BOHEMIAN RHAPSODY ( Queen, la pelÃcula)
#cine #crÃtica
13/01/2019
He llegado a casa y me he tomado un yogur, aún pensativo. Me ha costado contenerme en la butaca. Salgo con un nudo en la garganta, con esa emoción contenida. Es difÃcil explicar la magia, la fuerza , la intensidad de Freddie Mercury, ese nombre artÃstico, ese intérprete, como decÃa él, que pretendÃa dar a su público su yo más auténtico, su verdadero ser. Y válgame si lo consiguió.
Queen no es una aspiración, nunca fue un proyecto. Eran en esencia tan puros y atrevidos que hicieron de la música un laboratorio celeste donde cuajar sueños. La pelÃcula tiene el ritmo que solo la música como expresión artÃstica y caudal de sentimientos puede brindar al espectador ( en este caso, casi más oyente). Es un gran concierto, no dejas de oÃrles, esa voz tan personal y cuya chispa me atreverÃa a decir proviene de algo incomprensiblemente inmortal, eterno. Solo unos pocos están dados a marcar esa pauta en los corazones , como si de repente se elevaran entre lo circunstancial y lo profano, entre lo ruidoso y lo decadente, entre lo sencillamente casual o aceptable.
Queen es una banda de ángeles, de ángeles melenudos y guitarras aceradas, fluidas, de fuego o estaño. Cualquier color podrÃa salir de sus composiciones, cualquier mezcla era posible. Les sobraba ingenio y contaban con ese indio afincado en Gran Bretaña que dejó su nombre atrás para mirar al presente y al futuro con todo su amor. Freddie fue, es y será único, insuperable. Su torrente y su energÃa no tiene parangón alguno en el rock y es, al menos, en mi opinión, tan grande que difÃcilmente es alcanzable . Me confieso devoto admirador de quien es capaz de hilar las emociones, convertirlas en flor de medianoche o triturarlas en un infierno pacÃfico. Un solista asÃ, tan irrespetuoso con la materia, no podÃa dejar de cautivarnos con su extraordinaria belleza.
Una voz única e irrepetible, a ratos malherida por esa sensibilidad que rasga, hiere y al mismo tiempo te alza como un cóndor en el aire. Esa libertad a la que siempre aspiró a ser como mortal cubierto por su extravagancia, aquellos disfraces inoculares, aquella aparente forma de entender el espectáculo como una llamada de atención, un estallido en el aire.
Freddie siempre fue libre y Queen lo sabÃa: rayaba la belleza en su interior, cabalgaba desnudo las distancias, se asomaba a los abismos sin miedo. Pese a ello, sufrÃa como todo hijo de vecino.
Pero sobre todo se esforzó en amar y abrazar sus convicciones, la del artista que se sabe dotado con algo que puede conectar con lo tridimensional, las fuentes vacÃas del espacio, las múltiples formas de lo intangible y sus cascadas de luz.
Queen fue y es parte de esa historia que se escribe y que muchas veces dejamos de entender porque no navegamos en sus aguas, en esa creciente marea que todo lo inunda, en ese destello de luz que asoma a tu ventana y que refleja el dÃa, un nuevo dÃa.
Inconmensurable serÃa una palabra esdrújula incapaz de traducir sus diferentes idiomas
Aún estoy mirando el cielo, ese cielo que no encontré en la pantalla oscura pero sigo oyéndole de ese modo tan difÃcil de describir pero que me arroja a un tiempo y a un firmamento de inagotable luz y energÃa.
Fueron solo 45 años. Y aunque la mayorÃa podemos verles como una banda mÃtica, algo me dice que ese espÃritu vive, transgresor como siempre, inventivo, revolviendo espacio y estrellas.
Nota.- Rami Malek puede sentirse, como ha dicho públicamente, feliz , como un regalo de la vida, por haber interpretado a este coloso cuyos adjetivos no definirÃan su extraordinaria sensibilidad y belleza.