HISTORIA DE UN MATRIMONIO
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17/12/2019
Historia de un matrimonio pudiera parecernos una historia trivial en la medida en que nos narra el desencuentro y fatal desenlace que llega a una unión de pareja, que además tienen un hijo en común.
Sin embargo, la pelÃcula es desgarradora porque desprende con acierto esas emociones tan confusas, irritables y, a veces, tan incomprensibles que pone fin a un amor y nos abre la antesala de un nuevo mundo para cada una de las partes.
En este caso Nicole (Scarlett Johansson) ha decidido tener una vida diferente. No desea estar bajo la sombra de genialidad de su marido, un director teatral que ama su profesión y ese método disciplinado que aplica a su vida y que revela su éxito.
Parece que Charlie (Adam Driver) parece estar más atento a los pormenores de su trabajo, su dilatada carrera profesional que a entender esa amenaza que se va cuajando en el seno de su matrimonio como un alud de nieve.
Y es que realmente Charlie se siente sorprendido cuando ese alud le atrapa ya sin remedio ante su decidida esposa, que aún sabiendo de las virtudes y el carisma de su esposo se siente encajonada posiblemente en un mundo hecho a su medida y cuyo único nexo con esa contrapartida sea su hijo.
Todo ello no nos salvaguarda del dolor.
No es ese dolor fÃsico que puedes curarte higienizando una herida y poniéndote una tirita.
En Historia de un matrimonio la sangre corre y se vierte por dentro y resulta locuaz cómo dos personas que se aman pueden hacerse tanto daño cuando ese discurso del amor ha finiquitado.
Aunque el tema central gira en torno al niño, cuestión ésta que lógicamente descarga una intensa variedad de emociones ( custodia, residencia, etc), la pelÃcula pone de manifiesto ese choque frontal entre dos personas cuando el amor se acaba.
Porque el amor puede no ser para siempre si no se cuida las parcelas independientes de cada individuo. El matrimonio es una sociedad donde deben ligarse aspectos no solo relacionados con lo cotidiano, el pago de facturas o un viaje inesperado a Cancún.
Exige tener esa visión neutral y frontal del otro que te permita crecer a su lado sin que tus ramas se desarbolen. Es la esencia del equilibrio, una palabra que dista mucho de los manuales de psicologÃa y que, sobre todo, se ampara en el consenso, la igualdad de oportunidades, la prevalencia del querer sobre el tener, y cómo no en desnudarse frente al otro sin ambigüedades ni miedos, tal como somos.
La mejor construcción parte del reconocimiento de nuestras identidades.
Y en Historia de un matrimonio se ha perdido el control de ese hilo conductor pues a menudo quién da más termina por cansarse y reivindica algo mejor por desconocido que le sea.
Charlie no sabe realmente lo que está pasando.
Todo se desmorona a su alrededor y, de repente, se ve obligado a contratar a abogados que pongan cierto nivel de cordura a la situación.
Es casi como un aprendizaje. Lo que crees poder resolver con una conversación de cinco minutos se convierte en un disparate de acusaciones y reproches que dominan el fin del litigio.
Lo cierto es que cuando el amor se acaba, la quiebra es inquebrantable y cuando las aguas vuelven a un cierto cauce natural empiezas a convivir con una realidad diferente, ya sea desde la soledad inicial o momentánea, desde el arraigo a la familia o huyendo con ánimo de narcotizar tu dolor, esa tregua que solo la memoria y el tiempo concede.
Nicole y Charlie se amaron y posiblemente entre ellos queden resquicios o ascuas de aquel amor vivido pero ya no son los mismos, ni su historia es la misma ya que la vida nos plantea situaciones que solo desde la experiencia y el vigor podemos afrontarlas.
Ese hijo en común los hará coincidir en ciertos aspectos vivenciales pero nunca ya tendrán el conocimiento y reconocimiento de sà mismos desde su pluralidad, en cualquier caso en mundos disociados que corren arbitrariamente, lejos el uno de la conciencia del otro, de sus misterios y de esa honda huella que toda evolución y transformación personal va con nuestras vidas.
Excelente pelÃcula de corte reflexivo que ahonda en el sangrado emocional de las rupturas, especialmente cuando un hijo te une irremediablemente a esa otra persona y cómo al fin la vida continua y te arrastra, quizás a una realidad que nunca quisiste para ti. Ni creÃste siquiera posible.